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La Zona Arqueológica de Tula, en el estado de Hidalgo, fue el centro de la cultura tolteca y alcanzó su mayor esplendor en el Posclásico Temprano, aproximadamente durante los siglos IX al XII d. C. (unos 900-1100 d. C.). Se le considera un nodo importante de poder, comercio y difusión cultural en el Altiplano Central, con influencias que alcanzaron tanto la zona del Golfo como regiones del sur de México y Centroamérica.
El sitio fue construido sobre una terraza artificial, adaptándose al relieve semiplano y semiseco del valle. Su urbanismo contemplaba plazas ceremoniales, plataformas, juegos de pelota, palacios, muros decorativos (un ejemplo es el Coatepantli o “Muro de las Serpientes”), el Palacio Quemado, varias pirámides como la Pirámide B con los icónicos atlantes —columnas escultóricas de piedra basáltica de poco más de cuatro metros que sostenían techos— y estructuras habitacionales y de producción artesanal en barrios alrededor del recinto central.
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